martes, octubre 21, 2014

Cansado de consultar inútilmente a los hombres y a los libros, he querido dialogar con el ánfora.
Posé mis labios sobre sus labios y murmuré: ¿a dónde iré cuando muera?
El ánfora me contestó.
¡Bebe en mi boca! ¡Bebe largamente! ¡No retornarás jamás! 

Omar Khayyám, Rubáiyát CXXXIV.

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