miércoles, abril 03, 2013

Oda sobre la melancolía

I
No vayas, no vayas al Leteo y extraigas del acónito
Firmemente arraigado, su licor venenoso,
Que no bese tu pálida frente la belladona
fruto color rubí de Proserpina;
No formes un rosario con las bayas del tejo,
No permitas que sea escatabajo o fúnebre falena
Tu dolorida Psique, ni el búho compañero
En los misterios de tu gran pesar;
Si no sombras y sombras vendrán igual que un sueño muy profundo
Y ahogarán la despierta angustia de tu alma.

II
Pero cuando la carga mlancólica caiga
De pronto de los cielos como llanto de nube
Que alimenta las flores de abatido semblante
Y que oculta el verdor de la colina tras mortajas de abril,
Hunde entonces tu pena en una rosa al alba
O en la irisada ola, rota en sal en la arena,
O en el rico esplendor que encierran las redondas peonías;
O si tu amante muestra algún crecido enojo
Toma su suave mano, deja que se enfurezca,
En sus incomparables ojos bebe profunda y hondamente.

III
Melancolía hay en lo que es bello, lo que es bello y que muere;
En la alegría se lleva siempre la mano hasta sus labios
Diciendo adiós y al lado del doloroso gozo,
Que se torna veneno al beber de él tu boca como abeja:
¡Ay! que en el mismo templo del deleite
Oculto guarda la melancolía su soberano trono
No observado por nadie salvo por quienes con sus fuertes lenguas
Deshacen contra el fino paladar las uvas del placer
Etonces saborean la tristesza del poder que ella tiene
Y pasan a engrosar su galería de umbrios trofeos.

John Keats, en Belleza y Verdad: Antología poética de John Keats.

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