miércoles, noviembre 30, 2011

Borges por Borges: El golem

Haiku


1
Algo me han dicho
la tarde y la montaña.
Ya lo he perdido.
2
La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.
3
¿Es o no es
el sueño que olvidé
antes del alba?
4
Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.
5
Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.
6
Oscuramente
libros, láminas, llaves
siguen mi suerte.
7
Desde aquel día
no he movido las piezas
en el tablero.
8
En el desierto
acontece la aurora.
Alguien lo sabe.
9
La ociosa espada
sueña con sus batallas.
Otro es mi sueño.
10
El hombre ha muerto.
La barba no lo sabe.
Crecen las uñas.
11
Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.
12
Bajo el alero
el espejo no copia
más que la luna.
13
Bajo la luna
la sombra que se alarga
es una sola.
14
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
17
La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.
Jorge Luis Borges

Norte

»Es supersticiosa y vana la costumbre de buscar sentido en los libros, equiparable a buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de las manos«.


Jorge Luis Borges.

domingo, noviembre 27, 2011

miércoles, noviembre 16, 2011

Diana Mashkova (Диана Машкова)



Я люблю
Я люблю под твоими ресницами
Видеть синюю грусть и печаль:
В них мучительно нежность приснится мне
Или силы раскроется даль.
Я люблю под твоими ладонями
Ощущать и желанье, и страх,
Быть в тиски твоей грубости пойманной
Или в нежности плыть облаках.
Ты ласкаешь как ветер невидимый,
Ты пьянишь как дурманящий мак.
Я люблю, моя Радость, любить тебя
И не важно, наверное, как.
2001 г.
Диана Машкова
Yo amo

Amo ver debajo de tus pestañas
La tristeza azul y la melancolía:
En ellas dolorosamente soñaré con la dulzura
O se van a abrir las fuerzas de lejanía.
Yo amo sentir debajo de tus palmas
El deseo y el miedo,
Estar atrapada en las tenazas de tu aspereza,
O navegar por las nubes con dulzura.
Tú acaricias como el viento invisible,
Emborrachas como amapola aturdida,
Yo amo, mi Alegría, amarte,
Y tal vez no importe de que forma.
Diana Mashkova. 

Obscuridad

A ti, oscuridad de la que vengo,
te amo más que a la llama
que limita el mundo
y brilla sólo
para algún círculo
fuera del cual ningún ser sabe de ella.

Pero la oscuridad lo retiene todo:
formas y llamas, animales y a mí,
tal como los atrapa,
personas y poderes.
Y puede que una gran fuerza
cerca de mí se agite.
Creo en las noches.


Amo las horas oscuras de mi ser
en las que se ahondan mis sentidos;
en ellas, como en viejas cartas,
hallo mi vida cotidiana ya vivida
y lejana y olvidada como una leyenda.


Apágame los ojos: puedo verte;
ciérrame las orejas: puedo oírte,
y sin pies puedo andar hacia ti,
y aun sin boca puedo invocarte.

Arráncame los brazos y te asiré
con el corazón como con una mano,
detén mi corazón y latirá mi cerebro,
y si incendias mi cerebro
te llevaré en mi sangre.

Rainer Maria Rilke, El libro de las horas.

(Via My Pagan Poetry)

Escala estelar



La Tierra, el Sol, Rigel y VY Canis Majoris (de unos ~2.000 radios solares) a escala.

(Vía microsiervos.)

martes, noviembre 15, 2011

Arte

Por Artgem











































































Dulce falsía

»Como el sediento que en el sueño quiere beber y agota formas de agua que no lo sacian y perece abrasado por la sed en el medio de un río: así Venus engaña a los amantes con simulacros, y la vista de un cuerpo no les da hartura, y nada pueden desprender o guardar, aunque las manos indecisas y mutuas recorran todo el cuerpo. Al fin, cuando en los cuerpos hay presagio de dichas y Venus está a punto de sembrar los campos de la mujer, los amantes se aprietan con ansiedad, diente amoroso contra diente; del todo en vano, ya que no alcanzan a perderse en el otro ni ser un mismo ser«.

Tito Lucrecio Caro, De rerum natura.

Sabiduría gatuna

»No es vida la del soltero, pero estar casado es la muerte«.

Carlos E. Matute.
»Ser ingenuo es malo, pero ser cínico es aún peor«.

Sara Protasi.

Mors

»Mors est quies viatoris, finis est omnis laboris«.

sábado, noviembre 05, 2011

Duane Michals



Fotógrafo | Duane Michals
Vídeo | Youtube
En Xataka Foto | Ideas para crear secuencias fotográficas

Naturaleza y números


Nature by Numbers / Alternative Soundtrack from Cristóbal Vila on Vimeo.

Via: amazing.es

Acerca del científico más grande que jamás existió

Hoy me han regalado un viejo libro de divulgación del Buen Doctor, merecidísimo apelativo con el que muchos se referían a Isaac Asimov. En concreto se trata de la edición española de “Please explain“, traducido aquí como “100 preguntas básicas sobre la ciencia“.

En este libro, publicado en octubre de 1973, Asimov seleccionó 100 de sus mejores respuestas a dudas que sus lectores de la revista Science Digest le planteaban. En una de ellas, la número dos de la selección, Asimov contesta a un lector que le interroga sobre la identidad del científico más grande que jamás haya existido. Esta fue su respuesta:



Si la pregunta fuese «¿Quién fue el segundo científico más grande?» sería imposible de contestar. Hay por lo menos una docena de hombres que, en mi opinión, podrían aspirar a esa segunda plaza. Entre ellos figurarían, por ejemplo, Albert Einstein, Ernest Rutherford, Niels Bohr, Louis Pasteur, Charles Darwin, Galileo Galilei, Clerk Maxwell, Arquímedes y otros.

Incluso es muy probable que ni siquiera exista eso que hemos llamado el segundo científico más grande. Las credenciales de tantos y tantos son tan buenas y la dificultad de distinguir niveles de mérito es tan grande, que al final quizá tendríamos que declarar un empate entre diez o doce.

Pero como la pregunta es «¿Quién es el más grande?», no hay problema alguno. En mi opinión, la mayoría de los historiadores de la ciencia no dudarían en afirmar que Isaac Newton fue el talento científico más grande que jamás haya visto el mundo. Tenía sus faltas, viva el cielo: era un mal conferenciante, tenía algo de cobarde moral y de llorón autocompasivo y de vez en cuando era víctima de serias depresiones. Pero como científico no tenía igual.

Fundó las matemáticas superiores después de elaborar el cálculo. Fundó la óptica moderna mediante sus experimentos de descomponer la luz blanca en los colores del espectro. Fundó la física moderna al establecer las leyes del movimiento y deducir sus consecuencias. Fundó la astronomía moderna estableciendo la ley de la gravitación universal.

Cualquiera de estas cuatro hazañas habría bastado por sí sola para distinguirle como científico de importancia capital. Las cuatro juntas le colocan en primer lugar de modo incuestionable.

Pero no son sólo sus descubrimientos lo que hay que destacar en la figura de Newton. Más importante aún fue su manera de presentarlos.

Los antiguos griegos habían reunido una cantidad ingente de pensamiento científico y filosófico. Los nombres de Platón, Aristóteles, Euclides, Arquímedes y Ptolomeo habían descollado durante dos mil años como gigantes sobre las generaciones siguientes. Los grandes pensadores árabes y europeos echaron mano de los griegos y apenas osaron exponer una idea propia sin refrendarla con alguna referencia a los antiguos. Aristóteles, en particular, fue el «maestro de aquellos que saben».

Durante los siglos XVI y XVII, una serie de experimentadores, como Galileo y Robert Boyle, demostraron que los antiguos griegos no siempre dieron con la respuesta correcta. Galileo, por ejemplo, tiró abajo las ideas de Aristóteles acerca de la física, efectuando el trabajo que Newton resumió más tarde en sus tres leyes del movimiento. No obstante, los intelectuales europeos siguieron sin atreverse a romper con los durante tanto tiempo idolatrados griegos.

Luego, en 1687 publicó Newton sus Principia Mathematica, en latín (el libro científico más grande jamás escrito, según la mayoría de los científicos). Allí presentó sus leyes del movimiento, su teoría de la gravitación y muchas otras cosas, utilizando las matemáticas en el estilo estrictamente griego y organizando todo de manera impecablemente elegante. Quienes leyeron el libro tuvieron que admitir que al fin se hallaban ante una mente igual o superior a cualquiera de las de la Antigüedad, y que la visión del mundo que presentaba era hermosa, completa e infinitamente superior en racionalidad e inevitabilidad a todo lo que contenían los libros griegos.

Ese hombre y ese libro destruyeron la influencia paralizante de los antiguos y rompieron para siempre el complejo de inferioridad intelectual del hombre moderno.

Tras la muerte de Newton, Alexander Pope lo resumió todo en dos líneas: «La Naturaleza y sus leyes permanecían ocultas en la noche. Dijo Dios: ¡Sea Newton! Y todo fue luz.»


Isaac Asimov | Cien preguntas básicas sobre la ciencia

Via: amazing.es

miércoles, noviembre 02, 2011

Los cuatro ciclos

Cuatro son las historias. Una, la más antigua, es la de una fuerte ciudad que cercan y defienden hombres valientes. Los defensores saben que la ciudad será entregada al hierro y al fuego y que su batalla es inútil; el más famoso de los agresores Aquiles, sabe que su destino es morir antes de la victoria. Los siglos fueron agrandando elementos de magia. Se dijo que Helena de Troya, por la cual los ejércitos murieron, era una hermosa nube, una sombra; se dijo que el gran caballo hueco en el que se ocultaron los griegos era también una apariencia. Homero no habrá sido el primer poeta que refirió la fábula; alguien, en el siglo catorce, dejó esta línea que anda por mi memoria: The borgh britened and brent to brondes and askes¹. Dante Gabriel Rosseti imaginaría que la suerte de Troya quedó sellada en aquel instante en que Paris arde en amor de Helena; Yeats elegirá el instante en que se confunden Leda y el cisne que era un dios.

Otra, que se vincula a la primera, es la de un regreso. El de Ulises, que, al cabo de diez años de errar por mares peligrosos y de demorarse en islas de encantamiento, vuelve a su Itaca; el de las divinidades del Norte que, una vez destruida la tierra, la ven surgir del mar, verde y lúcida, y hallan perdidas en el césped las piezas del ajedrez con que antes jugaron.

La tercera historia es la de una busca. Podemos ver en ella una variación de la forma anterior. Jasón y el Vellocino; los treinta pájaros del persa, que cruzan montañas y mares y ven la cara de su Dios, el Simurg, que es cada uno de ellos y todos. En el pasado toda empresa era venturosa. Alguien robaba, al fin, las prohibidas manzanas de oro; alguien al fin, merecía la conquista del Grial. Ahora, la busca está condenada al fracaso. El capitán Ahab da con la ballena y la ballena lo deshace; los héroes de James o de Kafka sólo pueden esperar la derrota. Somos tan pobres  de valor y de fe que ya el happy-ending no es otra cosa que un halago industrial. No podemos creer en el cielo, pero sí en el infierno.

La última historia es la del sacrificio de un dios. Atiis, en Frigia se mutila y mata; Odín, sacrificado a Odín. Él Mismo a Sí Mismo, pende del árbol nueve noches enteras y es herido de lanza; Cristo es crucificado por los romanos.

Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas.


¹: El verso en inglés medio quiere decir La fortaleza rota y reducida a incendio y cenizas. Pertenece al admirable poema aliterativo Sir Gawain and the Green Knight, que guarda la primitiva música del sajón, aunque fue compuesto siglos después de la conquista que dirigió Guillermo el Bastardo.

Jorge Luis Borges, El oro de los tigres, 1972.

AL IDIOMA ALEMÁN

Mi destino es la lengua castellana,
el bronce de Francisco de Quevedo,
pero en la lenta noche caminada,
me exaltan otras músicas más íntimas.
Alguna me fue dada por la sangre–
Oh voz de Shakespeare y de la Escritura–,
otras por el azar, que es dadivoso,
pero a ti, dulce lengua de Alemania,
te he elegido y buscado, solitario.
A través de vigilias y gramáticas,
de la jungla de las declinaciones,
del diccionario, que no acierta nunca
con el matiz preciso, fui acercándome.
Mis noches están llenas de Virgilio,
dije una vez; también pude haber dicho
de Hölderlin y de Angelus Silesius.
Heine me dio sus altos ruiseñores;
Goethe, la suerte de un amor tardío,
a la vez indulgente y mercenario;
Keller, la rosa que una mano deja
en la mano de un muerto que la amaba
y que nunca sabrá si es blanca o roja.
Tú, lengua de Alemania, eres tu obra
capital: el amor entrelazado 
de las voces compuestas, las vocales
abiertas, los sonidos que permiten
el estudioso hexámetro del griego
y tu rumor de selvas y de noches.
Te tuve alguna vez. Hoy, en la linde
de los años cansados, te diviso
lejana como el álgebra y la luna.

Jorge Luis Borges, en El oro de los tigres, 1972.

El arte de pensar

Conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.

Federico II.

(Vía @ifilosofia)

Fotografía de retrato en construcciones abandonadas












Más en‘Scratching the Surface‘.

Scratching the Surface (via Photojojo)



Image credits: Photographs by Alexandre Farto and used with permission


Via: Petapixel

martes, noviembre 01, 2011

Time lapse de Tokyo: Blade Runner y Vangelis


android dreams from Samuel Cockedey on Vimeo.

Para un fan de la obra maestra de Ridley Scott y de la capital de Japón, este time lapse del Tokyo de Blade Runner y Vangelis es una auténtica bendición.
La primera vez que recorrí algunas zonas de Tokyo a pie me vinieron a la cabeza escenas de Blade Runner. No vi ningún replicante, pero la atmósfera y el cariz futurista de la ciudad son muy evocadores.
El autor de este vídeo es Samuel Cockedey, quien se inspiró en la película de Ridley Scott y en la sensacional banda sonora de Vangelis para montar una pieza sensacional. El sueño de un androide.
Espero que disfrutéis de este time lapse del Tokyo de Blade Runner y Vangelis tanto como yo. No veo el momento de volver a viajar a Tokyo o de visionar de nuevo esta obra maestra de la ciencia ficción.

Vía | Un gato nipón

Eres siempre…

Suben mis pupilas hasta tus pupilas tristes
para desmenuzar la noche que te envuelve.
Las palabras se escarchan en el túnel glacial de mi garganta.
Procuro detener el relámpago negro que escapa de tus ojos
y permaneces en ti, en tus huesos,
en el éxtasis interminable de tu ser vagabundo.

He gastado el recuerdo recorriendo los años.
Estoy a tu lado y lejos para acumular el eco de las horas fértiles.
Dibujo en el pasto, en la sombra del agua nuestro primer encuentro:
viajábamos en el tren incoloro de cualquier destino
y un riel de anhelos empinaba sus hilos en el valle.

Tu alma y la mía cruzaron sus aromas
y treparon sobre todas las cosas de la vida. Así te quise.
Tú sabías también que los halcones salvajes de tu sangre
escaparon para atrapar las golondrinas dormidas de mi pecho.
Consciente de esa fuerza avasalladora cobijaste el amor bajo una absurda máscara.
(Aullaron entonces las sílabas mueras de aquello que callamos)

Tengo la frente helada, compacta como roca de océano
donde azota la ola de tu nombre que araña y humedece la raíz del delirio...

Silenciosa pienso en la necesidad violenta de tenerte,
de quemar con ceniza silvestre tus labios verdugos de mis labios,
de traerte a mis bosques australes y vestirte de arrayanes y juncos
para que pruebes el vino de otro crepúsculo
y embriagues tus sentidos en el sortilegio esmeralda de los lagos silentes.

Tal vez  colgaríamos el olvido en el campanario de los almendros
y el acero que ciñe tu corazón se fundiría en la fragua de pasión inmensa.

Pero no sé si quiero. Detesto los propósitos.
Y contigo no hay promesas ni ausencia... Eres siempre la vida.

Delia Domínguez.

Genial

Camellos y dromedarios