jueves, diciembre 27, 2007


Un gran escritor no podría ser grande si no estuviera asistido por el espíritu, por el otro, que es el injerto de algo que no tiene nada que ver con el animal que somos. Uno habla y uno escribe cuando vale la pena hacerlo, porque es el otro el que te manda decir y escribir las cosas.

Juan José Arreola, Memoria y Olvido, 1994.


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