lunes, enero 27, 2014

La diosa blanca


Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en
              su ausencia,
la nieve vino a despedirme.
Pintó de Brueghel los árboles.
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.

Imposible dar gusto a todos.
La nieve que para mí es la diosa, la novia,
Astarté, Diana, la eterna muchacha,
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.
Estorba sus labores y sus ganancias.
La odian por verla tanto y haber crecido con ella.
La relacionan con el sudario y la muerte.

A mis ojos en cambio es la joven vida, la Diosa Blanca
que abre los brazos y nos envuelve por un segundo y se marcha.
Le digo adiós, hasta luego, espero volver a verte algún día.
Adiós, espuma del aire, isla que dura un instante.

José Emilio Pacheco.

sábado, enero 25, 2014

La migala


La migala discurre libremente por la casa, pero mi capacidad de horror no disminuye.
El día en que Beatriz y yo entramos en aquella barraca inmunda de la feria callejera, me di cuenta de que la repulsiva alimaña era lo más atroz que podía depararme el destino. Peor que el desprecio y la conmiseración brillando de pronto en una clara mirada.

Unos días más tarde volví para comprar la migala, y el sorprendido saltimbanqui me dio algunos informes acerca de sus costumbres y su alimentación extraña. Entonces comprendí que tenía en las manos, de una vez por todas, la amenaza total, la máxima dosis de terror que mi espíritu podía soportar. Recuerdo mi paso tembloroso, vacilante, cuando de regreso a la casa sentía el peso leve y denso de la araña, ese peso del cual podía descontar, con seguridad, el de la caja de madera en que la llevaba, como si fueran dos pesos totalmente diferentes: el de la madera inocente y el del impuro y ponzoñoso animal que tiraba de mí como un lastre definitivo. Dentro de aquella caja iba el infierno personal que instalaría en mi casa para destruir, para anular al otro, el descomunal infierno de los hombres.

La noche memorable en que solté a la migala en mi departamento y la vi correr como un cangrejo y ocultarse bajo un mueble, ha sido el principio de una vida indescriptible. Desde entonces, cada uno de los instantes de que dispongo ha sido recorrido por los pasos de la araña, que llena la casa con su presencia invisible.

Todas las noches tiemblo en espera de la picadura mortal. Muchas veces despierto con el cuerpo helado, tenso, inmóvil, porque el sueño ha creado para mí, con precisión, el paso cosquilleante de la aralia sobre mi piel, su peso indefinible, su consistencia de entraña. Sin embargo, siempre amanece. Estoy vivo y mi alma inútilmente se apresta y se perfecciona.

Hay días en que pienso que la migala ha desaparecido, que se ha extraviado o que ha muerto. Pero no hago nada para comprobarlo. Dejo siempre que el azar me vuelva a poner frente a ella, al salir del baño, o mientras me desvisto para echarme en la cama. A veces el silencio de la noche me trae el eco de sus pasos, que he aprendido a oír, aunque sé que son imperceptibles.

Muchos días encuentro intacto el alimento que he dejado la víspera. Cuando desaparece, no sé si lo ha devorado la migala o algún otro inocente huésped de la casa. He llegado a pensar también que acaso estoy siendo víctima de una superchería y que me hallo a merced de una falsa migala. Tal vez el saltimbanqui me ha engañado, haciéndome pagar un alto precio por un inofensivo y repugnante escarabajo.

Pero en realidad esto no tiene importancia, porque yo he consagrado a la migala con la certeza de mi muerte aplazada. En las horas más agudas del insomnio, cuando me pierdo en conjeturas y nada me tranquiliza, suele visitarme la migala. Se pasea embrolladamente por el cuarto y trata de subir con torpeza a las paredes. Se detiene, levanta su cabeza y mueve los palpos. Parece husmear, agitada, un invisible compañero.

Entonces, estremecido en mi soledad, acorralado por el pequeño monstruo, recuerdo que en otro tiempo yo soñaba en Beatriz y en su compañía imposible.

Juan José Arreola.

domingo, enero 19, 2014

Profundidad solitaria

»La lectura permite descubrir al otro conservando esa profundidad que sólo se tiene cuando estás solo«.

Amélie Nothomb, Una forma de vida, 2012.

sábado, enero 18, 2014

Náufrago

»El drama de los naúfragos de la existencia es que, en lugar de abrirse a los demás, se repliegan sobre su sufrimiento y ya no salen de él. […]La confidencia te salva de la asfixia«.

Amélie Nothomb, Una forma de vida, 2012.

viernes, enero 17, 2014

Límite

»Conoces a alguien, en persona o por carta. La primera etapa consiste en constatar la existencia del otro: puede ocurrir que se transforme en un momento de asombro. En esta fase somos como Robinson y Viernes en la playa de la isla, nos contemplamos el uno al otro, estupefactos, asombrados de que exista en este universo otro tan distinto y tan cercano al mismo tiempo. Existes en mayor medida por cuanto el otro constata y experimenta un estallido de entusiasmo hacia ese providencial individuo que le da réplica. A ese otro le atribuyes un nombre fabuloso: amigo, amor, camarada, anfitrión, colega, depende. Se trata de un idilio. La alternancia entre la identidad y la alteridad («¡Es igual que yo!», «¡Es lo opuesto a mi!») te sumerge en el estupor, en un arrobamiento infantil. Te sientes tan embriagado que no ves llegar el peligro.

Pero, de repente, el otro está ahí, ante tu puerta. La borrachera se te pasa de golpe, no sabes cómo decirle que no ha sido invitado. No es que hayas dejado de quererle, es que deseas que sea otro, es decir alguien que no sea tú. Sin embargo, el otro se acerca como si quisiera asimilarte o asimilarse a ti.

Sabes que tendrás que poner los puntos sobre las íes. Hay diversas maneras de proceder, explícitas e implícitas. En cualquier caso, siempre es un momento espinoso. Más de dos tercios de las relaciones no lo consiguen, Aparecen entonces la enemistad, el malentendido, el silencio, a veces incluso el odio. La mala fe preside esos fracasos con la excusa de que si la amistad hubiera sido sincera, el problema no se habría planteado. No es cierto. Que surja esta crisis resulta inevitable. Aunque de verdad adores al otro, no estás preparado para tenerlo en casa«.

Amélie Nothomb, Una forma de vida, 2012.

jueves, enero 16, 2014

Como miel

»La palabra «sincera», que tan de moda se ha puesto en nuestros días, le debe su etimología: «sine cera», literalmente «sin cera», designaba la miel purificada, de calidad superior; mientras que el mercachifle, en cambio, vendía una lamentable mezcla de miel y cera. Las numerosas personas que hoy abusan de la palabra «sinceridad»  deberían hacer una cura de buena miel para recordar de qué están hablando«.
Amélie Nothomb, Una forma de vida, 2012.

miércoles, enero 15, 2014

Hedoné

»Afrodita es más deliciosa cuando va acompañada de Dionisio y los dones de cada uno de ellos son más dulces cuando están mezclados«.

Pseudo-Luciano, Amores, 12.

martes, enero 14, 2014

Δός μοι πᾷ στῶ καὶ τὰν γᾶν κινήσω

»Los senos son como el dinero, ninguno acepta que los necesita pero ninguno deja de pensar en ellos. Una mujer con el escote en su lugar tiene todas las armas para mover el mundo«.

Xavier Velasco, Diablo guardián, 2003.

Fortune rota volvitur

»La fortuna a la vida rige, no la sapiencia«.

Teofrasto, Calístenes, en Cicerón, Disputaciones tusculanas, V, 25.

Amica silentia lunae

The sun to me is dark
And silent as the Moon,
When she deserts the night,
Hid in her vacant interlunar cave.

Milton, Samson Agonistes, 86-89.